El Empleado

8.29.2006

Cinco: Locura


Luego de quince años de casada no pensé nunca que esto podía llegar a pasarme. Con lo que costó plastificar el piso. Toda esta sangre... No lo pude evitar. No, no pude. ¿Por qué me dio este dolor de cabeza?¿Por qué volver a casa sin llamar antes por teléfono? Todo esto se hubiera evitado. ¿La sangre saldrá del piso o quedará manchado? Con lo que costó plastificar el piso,.. Mi pollera nueva, que pena. Roberto me la regaló hace dos meses. ¿Y el vecino?¿Qué pensará Jorge de mí? Diez años de amistad y su mujer muerta. Creo que no la quería demasiado. No, no la quería. Sino como puede explicarse que me mirara así con esos ojos de pervertido. No, pero Jorge no es así. No, no es así. La sangre no me va a salir de la pollera.

No pude evitarlo. Los vi ahí, cogiendo sin más. Con asco. Como si se tuvieran ganas hace años. Como si el puto mundo terminara en el agujero del culo de ella. Y esos gemidos, esas voces horrorosas, macabras. Me desgarraron el corazón. Se detuvo el tiempo por un momento. Tenía que acabar con esa imagen, despertarme de la pesadilla. Y luego vi las tijeras en la mesa de luz. Los gritos perplejos. El silencio entrando fuerte con ese olor a sangre dulce y cálido. Luego ese frío pegadizo.

Roberto policía. La pistola de Roberto. Allá voy mi amor, perdoname. No podía dejar que vivieras así. No, no podemos vivir así.

El sonido del revolver y el cuerpo cayó sobre el charco de sangre. Dos cuerpos en la cama, uno en el piso. Tres cuerpos muertos. Sobre la mesa de luz, un pequeño cuadro de una pareja con un hijo. Un hijo vestido para ir al jardín. Delantal celeste a cuadros blanco. Pequeños cuadros. Una corbata azul y una inscripción en ella: Joaquín.

8.07.2006

Cuatro: Mujeres


¿Cómo somos las mujeres? Joaquín es estúpido o fuma mucho de lo que cultiva. Somos, punto. Después vienen los clichés y las publicidades de toallitas, jabones en polvo, pastillas menstruales, y toda la mierda esa. ¿Por qué todas las publicidades para mujeres son boludas? O confío en la sabiduría de los marketineros o rompo el carnet del club feminista.

El otro día hablábamos con una amiga. Discusión del tipo: "mi novio no me la chupa". Sonido de silencio respetuoso del otro lado. Queda o ser amiga o la respuesta sincera: "y a mí que carajo me importa". En vez de eso un "tendrían que hablarlo" o su derivado y consiliador "por ahí tiene un rollo, tené paciencia". Las mujeres hablamos de todo. Tengo muchos amigos, los escucho hablar. Es notable lo simple de sus estupideces. La playstation, uno o dos culos, el asado del domingo. Simples. Claro, la simplicidad y la complejidad. No, no somos un ying y un yang. El equilibrio se fue a la mierda. Joaquín me dice: "vaginocentristas, prefiero hacerme una paja y tomar un vino tinto que soportarlas todos los días". ¿Seremos tan rompepelotas?

A lo que apuntaba es a la profundidad de pensamiento. ¿De qué? De pensamiento. Eso o lo entendí, ese pibe se la complica mucho. Las cosas son más fáciles a veces. Sería como comer spaghetti y pensar que el pobre molinero es una víctima de la explotación del capitalismo y la propiedad privada y el tema marxista y todo la pobreza junta. Demasiada salsa de tomate para mi clase media empobrecida.

Aún así, eso me importa un pito. Yo lo que quiero es un hombre. Un hombre que sepa lo que quiere, que sea cariñoso, comprensivo, tolerante, emprendedor, que me cuide y me quiera y me deje ser yo. En fin, mierda, quiero un espejo. Para qué ser hipócrita. Nos amamos a nosotros mismos. Nuestras experiencias son grandes verdades. Ya estoy hablando como él. Lo voy a llamar. Quizás. Pero no, quizás no. ¿Lo llamo? Lo llamo. No atiende. Otro fin de semana escuchando a Noelia y sus problemas orales. En fin. Voy al cine.

Subte. Cine. Nunca entiendo por qué ocurre esa estadística tan macabra que cada vez que vengo sola están todos de novios y cada vez que vengo con alguien todo el mundo me mira como si fuera la perla perdida del océano pacífico. Me miran las mujeres. Si, no soy el prototipo. No me tiño el pelo ni uso polleras largas ni medias locas. No tengo buenas gomas, aunque mi despedida no es la peor. Siempre fui nostálgica. Pocholos a 10 gambas. Estamos locos. Lo que hace una cuando está sola.

8.03.2006

Tres: Pantallas



Estamos mediados. Completamente mediados. Estamos tan mediados que no sabemos porque lo estamos ni de quien. Simplemente llegamos a este estado. Ya no hay placeres carnales sino estímulos directos exógenos. Virtualizaciones de la vida cotidiana. Turno On.

Es increíble como se coge en esta ciudad. El diariero es un semi pornógrafo, la televisión sigue la receta exitosa: 4 tetas + 2 culos = muchas publicidades, en la radio una pendevieja pone vos de puta satisfecha. ¿Dónde estará aquel viejo sexo que se hacía en la cama?

Windows. Ventanas. Inicio. Fin. Algo pasó en el medio. ¿Conocí a alguien?¿Es jueves o lunes?¿Qué es un lunes? Soy un engranaje. Me enciendo y me apago. Mi vida es gris, es como un potus que se está muriendo. El potus de la oficina. En la oficina hay muchos potus. Algunos verdes, que todavía no saben que son potus y muchos potus amarillos, desgastados, mañosos, resignados.

Lo importante ahora es salir. Una vez estaba preocupado por el dinero. Dinero, un auto, una casa, la familia, los amigos, las mujeres, el sexo, los hijos. Complementos de un ser humano. Accesorios. Cuestiones descartables. Estás solo. Venís solo te vas solo murmuraba un viejo en el Borda.

Mi nombre es Joaquín. Así empezó la historia.

8.01.2006

Dos: Soledad



Conexión. Desconexión. Lo que interesa es el vínculo, lo superfluo, lo fácil, el sinsabor, el endulcorante. El sexo sin pasión, el amor costumbrista. No sufras, no te equivoques. Ve despacio, con cuidado, a lo seguro. Farsas. Sensaciones del control y Blake: "al palacio de la sabiduría se va por el camino del exceso". La sabiduría, el nirvana, el silencio total, la muerte.

El mundo no es un cuento de Dostovieski ni una comedia norteamericana. Tampoco es una ópera ni una película de Leonardo Favio. Sentir te da vergüenza. Decir cursilerías te da vergüenza. La cultura es tan puta que se la cogen y dice gracias. El onanismo es profundo. Dejo mis reflexiones. Es domingo, decido levantarme e ir al parque.

Ruidos, autos, libros húmedos. Hippies cultos y revoluciones en remeras. Incienso. Suciedad y cultura. Los niños juegan, no comparten, futuros hijoputas, abogados, asesinos, pedófilos y fracasados. ¿Y el Mesías? Cruzando enfrente, allí donde los curas tocan a los menores y las monjas se masturban con sus crucifijos. Jesús era un hombre atractivo, sabio. Ahora en un locutorio y escucho: "Nena, lo que importa es lo de adentro". Mentiras. Un culo de 176 centímetros le importa al menos a varios asientos. Equilibrio. Se puta y cuida las formas, cariño. Un buen consejo.

Hacer feliz a un hombre se reduce en un cuadrado letal: buen sexo, buena comida, buenos amigos y algo de paz. La fórmula mágina que se le escapó a Eva. Eva y la manzana y toda la novela. Me fui. Lejos, como siempre. ¿La gente pensará así? Claro que sí. Algunos no se dan cuenta. Piensan todo el tiempo. Es insoportable.

Y los excesos. Estás solo. No se puede ser completamente honesto ni completamente imbécil. Es notable como aprendes a callar, a no decir eso que ibas a decir y que ya no dices para comprenderlo. La diferencia entre hipocresía y honestidad es sólo una cuestión física arrojada al viento: sonido.

Mañana, tarde, noche. Pantallas. Muchas pantallas. Todo el tiempo. Se anhela la paz y el relajo como tus ojos anhelan verdades, amor, una vida digna y maravillosa. Lo mejor está en tu cerebro. El aire fresco, los atardeceres, el olor a tu pasado, las lágrimas y el sonido de las risas encerrados en tu pequeña caja craneal. Allí está todo. Descúbrelo. No estés solo. Habla. Calla. Comprende. Trae paz. Comprende, goza, relaja.

Y la imagen de un oceano, lleno de gaviotas y atardeceres, con barquitos pescando en el horizonte y un libro en la mano. Escucho el Jazz y el sonido de las velas traen con el viento el aroma del futuro: fruto de la esperanza. Una mujer que pasó y se llevó todo eso. Ya no soy una bola roja.