El Empleado

8.07.2006

Cuatro: Mujeres


¿Cómo somos las mujeres? Joaquín es estúpido o fuma mucho de lo que cultiva. Somos, punto. Después vienen los clichés y las publicidades de toallitas, jabones en polvo, pastillas menstruales, y toda la mierda esa. ¿Por qué todas las publicidades para mujeres son boludas? O confío en la sabiduría de los marketineros o rompo el carnet del club feminista.

El otro día hablábamos con una amiga. Discusión del tipo: "mi novio no me la chupa". Sonido de silencio respetuoso del otro lado. Queda o ser amiga o la respuesta sincera: "y a mí que carajo me importa". En vez de eso un "tendrían que hablarlo" o su derivado y consiliador "por ahí tiene un rollo, tené paciencia". Las mujeres hablamos de todo. Tengo muchos amigos, los escucho hablar. Es notable lo simple de sus estupideces. La playstation, uno o dos culos, el asado del domingo. Simples. Claro, la simplicidad y la complejidad. No, no somos un ying y un yang. El equilibrio se fue a la mierda. Joaquín me dice: "vaginocentristas, prefiero hacerme una paja y tomar un vino tinto que soportarlas todos los días". ¿Seremos tan rompepelotas?

A lo que apuntaba es a la profundidad de pensamiento. ¿De qué? De pensamiento. Eso o lo entendí, ese pibe se la complica mucho. Las cosas son más fáciles a veces. Sería como comer spaghetti y pensar que el pobre molinero es una víctima de la explotación del capitalismo y la propiedad privada y el tema marxista y todo la pobreza junta. Demasiada salsa de tomate para mi clase media empobrecida.

Aún así, eso me importa un pito. Yo lo que quiero es un hombre. Un hombre que sepa lo que quiere, que sea cariñoso, comprensivo, tolerante, emprendedor, que me cuide y me quiera y me deje ser yo. En fin, mierda, quiero un espejo. Para qué ser hipócrita. Nos amamos a nosotros mismos. Nuestras experiencias son grandes verdades. Ya estoy hablando como él. Lo voy a llamar. Quizás. Pero no, quizás no. ¿Lo llamo? Lo llamo. No atiende. Otro fin de semana escuchando a Noelia y sus problemas orales. En fin. Voy al cine.

Subte. Cine. Nunca entiendo por qué ocurre esa estadística tan macabra que cada vez que vengo sola están todos de novios y cada vez que vengo con alguien todo el mundo me mira como si fuera la perla perdida del océano pacífico. Me miran las mujeres. Si, no soy el prototipo. No me tiño el pelo ni uso polleras largas ni medias locas. No tengo buenas gomas, aunque mi despedida no es la peor. Siempre fui nostálgica. Pocholos a 10 gambas. Estamos locos. Lo que hace una cuando está sola.